sábado, 15 de diciembre de 2007

KARINA CASTILLO: "La mariposa que no conocía la lluvia"


Erase una vez una mariposa que volaba de flor en flor, olía su perfume y saboreaba su néctar. Pero un día la mariposa no pudo salir de debajo de una hoja enorme. Llovía a cántaros y no podía batir sus alas. Tuvo que esperar horas y horas. Ya tenía hambre y se sentía desfallecer. De repente dejó de llover y la mariposa asomó sus antenitas para percibir el estado del tiempo. Sí, ya podía salir. Comenzó a volar de nuevo y a sentir los tibios rayos del sol. Pudo sentir un aroma un poco destinto en las flores, el néctar estaba un poco más diluido que de costumbre y sus antenas parecían “embarrarse” con el polen. Pero qué sensación más maravillosa, qué frescura sin igual. El aire se podía atravesar como una cortina de seda, fresco y suave; le acariciaba sus alas y a la vez podía respirar sin hacer ni el menor esfuerzo. ¿Qué era eso que impedía el vuelo y a la vez dejaba todo tan fresco y limpio? No lo sabía, pero le gustaba. Valía la pena esperar. Nunca antes lo había experimentado, pero ahora que lo conocía iba a esperarlo con ilusión. Sí… El néctar que cae del cielo, de ese cielo hermoso que tanto amaba, que refleja los hermosos colores de sus alas. Era un néctar de vida, un néctar cristalino y puro, que si bien no era dulce, hacía que todo resplandeciera y supiera mucho mejor.

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